lunes, 8 de noviembre de 2010

Ágora21. Un proyecto, una celebración. Exposición Javier del Río

Ágora21 cumple en este mes de noviembre un año de actividad y hemos querido celebrarlo con una exposición que muestra una pequeña porción del virtuosismo polifacético del artista Javier del Río.

Una muestra que agrupa 40 obras entre escultura, dibujos, grabados y pintura, y que deja ver el personalísimo estilo del autor. A través de los años, con esa sensibilidad que siempre demostró, a veces incluso fuera de los límites de lo normal, Javier del Río se cuela en los salones de Ágora21 e impregna las paredes de la exposición de esa autenticidad que marca la línea de toda su obra. Seis años después de su pérdida, la independiencia creativa de Del Río todavía logra conmovernos.

Este foro económico y cultural ha querido con esta exposición rendir un homenaje a Javier del Río, concientes como somos de que su genio creador merece mucho más que una pequeña muestra temporal. Por eso desde aquí queremos sumarnos a sus muchos admiradores y amantes de su arte y esperamos con inquietud esa gran exposición que le recuerde en toda su inmensidad y descubra a muchos asturianos la potencia expresiva de sus creaciones.

No podría encontrar un marco mejor que este paisaje de acero y cemento, de trazos que nos llevan desde los rincones de su querida Gijón natal a las sensibles visiones de su intimidad familiar o al inquieto ir y venir de su pensamiento, para agradecer a todos los que han hecho posible esta exposición y a todos los que han colaborado en la formación y la consolidación de Ágora21. A todos, disfruten del arte que hoy les brindamos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

«El bien existe y es contagioso»
05.11.10 - 02:35 - ALBERTO PIQUERO | OVIEDO. Imprimir

Ayer presentó su última obra, 'Libro de familia', y el fin de semana estará en el Congreso de Escritores de Asturias, en Pravia

Félix Grande Poeta

Premio Adonais 1963, a temprana edad, y reconocido por el Premio Nacional de Poesía 1978 a mitad del camino, culminando en el Premio Nacional de las Letras 2004, Félix Grande (Mérida, 1937) presentó ayer en el ovetense Hotel Regente, de la mano de Javier Lasheras, su última creación poética, 'Libro de familia'.
-¿Qué familia vive en este libro?
-Es un libro exagerado, con más de cuatro mil versos. Incluye pocos poemas, pero muy extensos. Y entre los miembros de la familia, están el flamenco, Juan Sebastián Bach, mi mujer, mis maestros Antonio Machado y César Vallejo, mis hermanos, mi hija y una conversación dura y tierna con mi madre, ya fallecida.
-Vuelve a la poesía tras un tiempo de silencio. ¿Fue difícil recuperar la palabra poética?
-Toda la vida he estado escribiendo poesía, pero volver a su hondura e inocencia ha supuesto un tiempo de espera. Ahora, he pasado dos años como un adolescente, entre la gratitud y la alegría.
-¿Y esa inocencia regresa en estado puro?
-Es enigmática. Precisa que tratemos las palabras como las criaturas infinitamente viejas y sabias que son. Lo explicaba mejor Unamuno: «Tened fe en las palabras, que son cosa divina». En cuanto llamaron a mi puerta, me encerré con ellas por dentro.
-¿Junto a esos raptos de la inocencia, la edad trae sabiduría?
-Siempre había pensado que hacerse mayor -o un vejestorio- era trágico y las goteras te harían prescindir de muchos gozos de la vida. Resulta que no. Cada etapa tiene sus propias leyes. Y desde que escribí 'La balada del abuelo Palancas' (una biografía novelada de su abuelo, campesino manchego que «no consentía que el orgullo de la pobreza se le transformara en soberbia ni en cobardía»), adquirí una cierta serenidad, que no se ha de confundir con resignación.
-¿Qué pueden las palabras contra el mal?
-Las palabras debieron nacer al mismo tiempo que el bien y el mal, cuando eran simples sonidos que señalaban las cosas y acabaron por darles nombre. Ya entonces debían correr malos tiempos para la lírica. Pero crearon rituales, mitos y dioses, que nos han acompañado a lo largo de los milenios. Y nos enseñaron a identificar el mal absoluto, del nazismo, del Gulag, y también a comprender el bien, que existe y es contagioso. Y son el cordón umbilical que une a las generaciones.
-Usted ha practicado todos los géneros, del relato a la novela, el ensayo o la poesía. ¿No ha quedado ensombrecida el resto de su obra por la vertiente poética?
-Si así fuera, no me disgustaría, salvando 'La balada del abuelo Palancas', que siento que la escribí a medias con mi difunto abuelo. A lo único que aspiro es a que los ocho o diez días que se me recuerde después de mi muerte, se diga que fui un aprendiz de poeta. La poesía es la relación humilde con las palabras en la que creo, que logra que la felicidad, el asombro, las emociones, sean un estreno permanente.
-Enamorado del flamenco, del que ha hecho notables estudios, y guitarrista usted mismo, ¿esperaba que adquiriera el rango universal que ahora se le concede?
-El flamenco es un de los códigos expresivos más consoladores que ha inventado la especie humana, porque ha tenido un gran conocimiento del desconsuelo. Poco más de un centenar de creadores, casi todos analfabetos, han conseguido un lenguaje maravilloso que hoy se reconoce -yo lo he visto- en Pekín, en Nueva York, en Londres o en Praga. El único peligro es que se ponga de moda (risas).
-¿Cuál es su posición en el debate sobre la tauromaquia?
-Necesitaría mucho tiempo para explicarlo. En resumen, los catalanes han hecho un debate tribal para demostrar que son mejores que los españoles. Defiendo los toros desde un punto de vista antropológico.

http://www.elcomerciodigital.com/v/20101105/cultura/bien-existe-contagioso-20101105.html